jueves, 9 de octubre de 2014

Nos vemos en el infierno



No puedo dormir.
No me lo repitas más. Tus palabras me están inundando la puta cabeza de contradicciones que ya conozco porque cada cinco segundos se regeneran por la espiral infinita de la repetición de contenidos. Ahora de tu boca. Ahora de la mía. 

Me cago en dios, la puta televisión del piso de arriba me está volviendo loca. No tengo suficiente con aguantar mis putos pensamientos y tus palabras cargadas de dolorosa verdad sobre mi decadente existencia que tengo que sufrir el maldito bombardeo al que nos están sometiendo. Cada vez que veo un anuncio me dan ganas de vomitar o de reírme. ¿En serio os dan ganas de comprar con esa absurda mierda de mensajes directos y subliminales que se nos clavan a todos en el subconsciente?

-Ven, joder. Eres lo único que me hace escaparme de esta espiral de destrucción en la que han convertido nuestras vidas. A pesar de que no te callas nunca…

Cierro los ojos, te agarro la cresta y calculo las distancias con una exactitud perfecta para enchufarme el cigarro mientras te coloco la cabeza entre mis piernas abiertas. Ahora han finalizado los reproches, tienes la lengua metida dentro de mi coño, rozando eso que te pone tan cachondo… mi clítoris… deslizo mis manos por todo tu precioso e imperfecto cuerpo (somos preciosos, es la sociedad la que es una puta mierda) sintiendo el tacto de tu fría piel que me pone tan cachonda. Empiezo a restregarme entera contra tu cuerpo, con cuidado de que tu lengua jamás se separe de mis labios… los de abajo, claro…

-Va, también te mereces un poco de placer. Vamos a hacerlo a la vez.

Te bajo las mallas y se queda al descubierto tu polla enorme y dura. Me tomo unos segundos para mirarte a los ojos; tras eso, me concentro en deslizar suavemente mi lengua por la punta de tu polla… hasta que voy introduciéndomela en la boca hasta tragármela entera. Creo que un día de chupártela tanto te la voy a partir… pero jamás me canso… me encanta atragantarme con ella…

Así  gozamos y sufrimos nuestras miserables vidas. Intentando no vislumbrar ni un destello de realidad. Pero cuando no estamos follando, continúan tus palabras y mis pensamientos. Es como una obra de teatro y cada escena es un remordimiento nuevo, interrumpido por la salida de los personajes y los absurdos aplausos que a nadie le importan.

-  Ya sé que tengo que hacer algo. Cada vez soy más consciente y menos al mismo tiempo. 

Me encantan sus ojos azules inexpresivos. Me tiraría la puta vida así, dando vueltas en la cama entre polvo y polvo, entre lengüetazos y arañazos. Entre tu semen reseco…

Sigo dando saltos encima de ti, con tu polla metida dentro de mi cuerpo, sintiendo cómo entra y sale mientras te araño todo el cuerpo. Me encanta el dolor; aunque follando no debería denominarse así, ya que cuando entras en un  nivel concreto de placer,  todo dolor se transforma en más placer, generando otra espiral infinita, pero ésta realmente me vuelve loca…
Me agarro las tetas y sigo saltando, cada vez más fuerte, sintiendo la carga en mis músculos, sintiendo como la oleada de placer que se extiende desde mi centro de gravedad, mi clítoris, hasta los extremos de mi cuerpo es inminente… mmmmm grito como una perra y te agarro la cabeza con todas mis putas fuerzas hasta que me quedo sin fuerzas para gemir más.


De repente la puta casera entra en la habitación. Malditos caseros bastardos, se limitan a pasar una vez al mes por un asqueroso piso con el que lleva especulando una eternidad para cobrar. Y se piran. Pero esta vez, no se piró.
Lleva semanas llamándome al móvil. No contesto, lógicamente. Al final la muy hija de puta ha entrado en la casa y, acto seguido, en mi habitación, guiada por mis gemidos. No escuché sus golpes en la puerta porque estaba demasiado ocupada restregándome contigo.
Fue una sensación muy rara. De repente lo vi todo. Tú estás muerto. Te maté yo ahogándote mientras te follaba. Y ahora podía hacer todo lo que me diera la gana con tu precioso y pestilente cuerpo que la gata se está comiendo día tras día y con el que yo me satisfago sexualmente.
No eran tus palabras. No existía espiral infinita de repetición de contenidos formada por tus palabras y mis pensamientos. Era yo. Era mi puta cabeza diciéndome que tenía que deshacerme de tu cadáver antes de que ocurriera esto.

Ahora la gata vive con mi madre mientras yo me pudro en este psiquiátrico. Le prendí fuego a nuestra casa y a tu cuerpo. Pero, mi amor, no sufras porque voy a matarme ahora mismo y estaremos juntos. Te estrangulé y ahora esta soga hará lo mismo conmigo.

Nos vemos en el infierno.